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Era solo un adolescente de 14 años cuando James Harrison tuvo que someterse a una operación quirúrgica en el pecho en la que le tuvieron que hacer una transfusión de sangre de 13 litros. Su recuperación fue lenta y tuvo que estar meses en el hospital hasta que sus fuerzas le permitieron salir y volver a su casa. Aquella experiencia marcó al hombre que hoy tiene 87 años y le llevó a hacerse una promesa: desde que pudiera, donaría sangre siempre que pudiese. Lo que quizá no sabía es que gracias a él se iban a poder salvar millones de vidas.

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