Page 4 - Boletin SEHH Marzo - Abril 2020
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editorial
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hijo, un estudiante de Medicina en el último año de formación. Lo digo porque se pasa mal, muy mal, y yo sólo puedo decirlo por 18 días de enfer- medad que, al fin y al cabo, pasé en una habita- ción de mi casa. No puedo ni imaginar lo que pueden haber pasado esos pacientes que han te- nido que ser ingresados en el hospital, especial- mente si han tenido que ser intubados. Tampoco puedo imaginar el terrible sufrimiento de las per- sonas que han perdido a alguno de los más de 25.000 fallecidos en esta tragedia al cierre de este boletín, si es que esa es la cifra real. Perder a un familiar o amistades a quienes todavía no les to- caba irse, sin poder despedirnos ni acompañar a su familia en sus últimos momentos, tiene que ser también algo terrible. Todo ha hecho que ten- gamos miedo, a veces de una forma irracional, como hemos visto en muchos medios.
Pero, tras esa mala sorpresa y ese miedo vienen los sentimientos positivos: la solidaridad y la en- trega que he visto en mis compañeros del hospi- tal y de la atención primaria, desde el personal de limpieza al gerente del hospital. Médicos, en- fermeras, auxiliares y celadores, personal de ra- yos y del laboratorio, limpiadores y administrati- vos, informáticos y personal de mantenimiento,
gestores, personal de ambulancias... han estado todos a la altura. Pongo el ejemplo de mi propio servicio hospitalario, que ha aportado hasta ocho médicos a la atención directa a los pacientes CO- VID-19, técnicos que han vuelto a la UCI como auxiliares o sistemas del laboratorio de investiga- ción que se han puesto al servicio de Microbiolo- gía para facilitar el diagnóstico por RT-PCR. Y eso lo han hecho también los demás servicios. Y todo ello con unos medios deficitarios, sobrecarga de trabajo, escasez de pruebas de diagnóstico y au- sencia de otros incentivos que no fuera el altruis- mo puro en su máxima expresión. Y con ellos, to- das esas personas que han seguido trabajando en servicios esenciales: transporte, distribución, alimentación, seguridad, comunicación, etc. La lista es tan amplia que no puedo seguir. Y no puedo olvidar a todos los demás españoles, que están aguantando estoicamente un confina- miento de seis semanas (o más) sin rechistar, y salen cada día al balcón a expresar su agradeci- miento con aplausos a las personas que cuidan de que este trance pase con el menor impacto posible. El sentimiento de solidaridad que esto me hace sentir es otra de esas cosas que estoy aprendiendo y recordaré siempre, muchas veces con lágrimas en los ojos.