LEUCEMIA AGUDA Y GESTACIÓN: EXPERIENCIA DE 8 AÑOS.
J Delgado, MA Foncillas, N Álvarez, B García, R Herráez, MC Fernández, AI del Pozo, MJ Aguado, E Ojeda, JGª Bustos, F Hernández-Navarro.
Servicio de Hematología y Hemoterapia, H.U. La Paz, Madrid.
Fundamentos: Ciertos subtipos de neoplasias hematológicas, tales como las leucemias agudas (LA), ocurren con relativa frecuencia en mujeres embarazadas (1/75000 gestaciones). Dicha situación suele implicar la toma de decisiones difíciles en relación con el abordaje diagnóstico-terapéutico, dado que la gravedad del proceso hematológico no suele permitir un retraso en el mismo hasta después del parto. En esta comunicación analizamos los últimos casos de LA y embarazo que hemos tenido en nuestro centro.
Pacientes: Entre 1991 y 1999, 5 mujeres gestantes fueron diagnosticadas de LA, 4 de leucemia aguda mieloide (2 casos de M3, 1 caso de M2 y 1 caso de M4 según la clasificación de la FAB) y 1 de leucemia aguda linfoide. De ellas, 2 estaban en el segundo trimestre de la gestación y 3 en el tercero. La edad gestacional media de las pacientes en el diagnóstico de la LA fue de 25,8 meses.
Resultados: Las 5 pacientes recibieron fármacos antineoplásicos a las dosis usuales antes del parto (esquema BF-9 en 2 casos, 3/7 en 1 caso, BFM en 1 caso y administración aislada de ATRA en 1 caso), consiguiéndose una remisión completa citológica en todas ellas. Ninguna de las pacientes recibió radioterapia ni quimioterapia que incluyera agentes alquilantes o antifolínicos, que son los procedimientos que han demostrado una mayor teratogenicidad. El parto se produjo por cesárea en todos los casos y todos los hijos nacieron sanos, teniendo un desarrollo pondoestatural normal hasta la fecha. Ninguno de los niños presentó al nacimiento un cuadro de mielosupresión secundaria al tratamiento.
Conclusión: El tratamiento adecuado de la LA en la mujer embarazada en el 2º-3º trimestre de gestación consigue la remisión completa de la enfermedad con los mismos resultados que en la mujer no embarazada. Además, esto ocurre sin que se afecte la viabilidad del feto y sin que se produzca mielosupresión fetal. Por lo tanto, parece recomendable no diferir dicho tratamiento cuando se considere necesario, siempre y cuando se evite la radioterapia o los agentes alquilantes y antifolínicos.